miércoles, 9 de febrero de 2011

Mi novia se fue con tu novia

Desde que comencé a beber hace ya algunos ayeres, he conocido a muchas y muy variadas personas: gente ordinaria que solo buscaba un momento de relajación, alcohólicos empedernidos que llevaban 4 ó 5 días de farra, niñas agradables, mujeres encantadoras, viejas muy muy mamonas; rockstarcetes de cuarta, pseudointelectuales obsesionados con los 60´s (Morrison no sacará otro disco, ya está muerto) y un chingo de tipos bien agradables, eso que ni que.
Lo que jamás olvidare son las múltiples historias de ebrios que he escuchado, siempre tan parecidas a las mías. Los momentos en que todos se ríen del cabrón que se acaba de caer. Tampoco olvidare las tardes cantando canciones de Soda Stereo y las noches llorando con un par de locos como yo, entre Sabina y los tequilas.
No creo posible olvidar a las que me pagaron la cuenta bastantes veces, aun después de una discusión mortal acerca de nuestra fallida relación, o una escuálida explicación de porque  la novia de mi amigo era su pareja ideal.
Tampoco se olvida a las que llamamos ya entrada la madrugada, solo para decirles ya medio ebrios “qué bueno que estas bien”, o simplemente balbucear tonterías sin ton ni madre, o para recordarle que su novio es un pendejo, como si uno vendiera piñas.
Las canciones que aun debemos, las que aún no escribimos, las que algunos no van a leer  simplemente porque no se las enseñaremos, porque son nuestras y de nadie más, las ganas de ir a Buenos Aires y entrar a la cancha de Boca y gritar un gol, la fantasía de ir a Liverpool y visitar la mítica caverna de los Beatles (obsesión sesentera), las nenas que regalan besos y los cigarrillos no encendidos aun son las asignaturas pendientes.
Pero con calma, no nos preocupemos hasta que los cuarenta y diez nos alcancen, aun queda un rato… eso espero.

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